Las
pequeñas intimaciones del destino tejieron
sobre
mí una hamaca de hebras sutiles
y
ásperas, una telaraña de acero oscilando
tranquilamente
en el caos. Lo que había que hacer
era
revisarla centímetro a centímetro
descubrir
si era verdadera o falsa, refugio o cárcel.
En
lugar de eso me escondí, evasiva,
argumentado
una fatiga mortal de la que todavía no es hora.
Solamente
las campanas de viento de la casa de al lado
tan
delicadas y distantes, prometían recordarme
si
no esa noche alguna otra muy próxima,
ese escrutinio, esa obligación diferida--
como
si su música
simple,
dócil y caprichosa fuese a probar,
no
obstante, en su debido momento,
un
llamado al que no me iba a poder resistir.
As
the Moon Was Waning
Small intimations of destiny wove
a
hammock about me out of fine
wiry
fibers, a steel gossamer swaying
calmly
in chaos. What I needed
was
to examine it inch by inch,
discover
it true or false, shelter or prison.
Instead,
I lay low, evasive,
imagining
mortal weariness that it’s not yet time for.
Only
the neighbour’s new, very delicate, distant,
mercurial
windbells promised,
if
not tonight, then some night soon, to recall me
to
that scrutiny, that obligation deferred—
as
if their music,
sparse,
random, insistent, nevertheless
would
prove, in time,
a
summons I’d not resist.
(de "Sands of the Well", New Directions Publishing, 1998.)
Versión en castellano de Sandra Toro
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