jueves, 18 de octubre de 2012

MIENTRAS LA LUNA MENGUABA



Las pequeñas intimaciones del destino tejieron
sobre mí una hamaca de hebras sutiles
y ásperas, una telaraña de acero oscilando
tranquilamente en el caos. Lo que había que hacer
era revisarla centímetro a centímetro
descubrir si era verdadera o falsa, refugio o cárcel.
En lugar de eso me escondí, evasiva,
argumentado una fatiga mortal de la que todavía no es hora.
Solamente las campanas de viento de la casa de al lado
tan delicadas y distantes, prometían recordarme
si no esa noche alguna otra muy próxima,
ese escrutinio, esa obligación diferida--
como si su música
simple, dócil y caprichosa fuese a probar,
no obstante, en su debido momento,
un llamado al que no me iba a poder resistir.



As the Moon Was Waning

Small intimations of destiny wove
a hammock about me out of fine
wiry fibers, a steel gossamer swaying
calmly in chaos. What I needed
was to examine it inch by inch,
discover it true or false, shelter or prison.
Instead, I lay low, evasive,
imagining mortal weariness that it’s not yet time for.
Only the neighbour’s new, very delicate, distant,
mercurial windbells promised,
if not tonight, then some night soon, to recall me
to that scrutiny, that obligation deferred—
as if their music,
sparse, random, insistent, nevertheless
would prove, in time,
a summons I’d not resist.




(de "Sands of the Well", New Directions Publishing, 1998.) 

Versión en castellano de Sandra Toro

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