No, no digas que no hay agua
para aliviar lo seco de nuestro
corazón.
Yo vi
el manantial que brotaba en la
pared de piedra
y a vos, bebiendo. Y yo
también
delante de tus ojos
encontré una saliente y trepé
a tomar el agua fresca.
La mujer que estaba ahí, tapando el sol para ver,
fruncía el ceño —y no por
fruncía el ceño —y no por
escatimar el agua,
sino porque esperaba
hasta vernos saciados
y frescos.
No, no digas que no hay agua.
El manantial está ahí, entre
sus rocas
ribeteadas verdes y grises,
ahí sigue y siempre va a estar
con su canción silenciosa y su
raro poder
de brotar en nosotros
a través de la piedra.
The
Fountain
Don’t say, don’t say there
is no water
To solace the dryness at our
hearts.
I have seen
The fountain springing out of
the rock wall
And you drinking there. And I
too
Before your eyes
Found footholds and climbed
to drink the cool water.
The woman of that place, shading
her eyes,
Frowned as she watched—but not
because
she grudged the water,
Only because she was waiting
to see we drank our fill and
were
refreshed.
Don’t say, don’t say there
is no water.
That fountain is there among its
scalloped
green and gray stones,
It is still there and always
there
with its quiet song and strange
power
to spring in us,
up and out through the rock.
(de "Poems, 1960-1967", New Directions Publishing, 1983.)
Versión en castellano de Sandra Toro
2 comentarios:
Todo lo que leo aquí me parece sumamente bello. Gracias por compartir. Un abrazo
Gracias a vos, Vera, por tus comentarios. Otro abrazo.
Publicar un comentario