De noche los cimientos se derrumban.
La imagen de Dios se forjó
en una aleación de metal. Un leve
estruendo
cuando cae de su nicho.
Duelen las partes de tu cuerpo,
separadas, ominosas,
unidas solo por estar adentro
de una piel gastada. Las convicciones
viran y se dispersan
como pájaros blancos que huyen.
Al final te dormís, para despertar
con la misma sensación: girar a la
deriva
en medio del océano
con una estela de amarras detrás.
Y cuando por fin abrís
los ojos reticentes, ves que es un día
de sol. Caminás
hasta la orilla verdadera.
Una capa de mugre
cubre la ciudad. Pero entre los árboles
hay calma; en el pasto, esparcidas,
las primeras hojas secas
y un brillo de rocío. La noche
se queda con vos, pero tu atención
se aparta
a saborear la luz otoñal, que cae
en tus manos vacías.
EMPTY HANDS
In the night foundations
crumble.
God's image was contrived
of beaten alloy. A thin
clatter
as it tumbles from its
niche.
Parts of your body ache,
each separate, ominous,
linked only by emplacement
within
a worn skin. Convictions
wheel and scatter,
white birds affrighted.
In time you sleep. But wake
to the same sensation:
adrift
mid-ocean, frayed mooring
ropes
trailing behind you,
swirling.
Yet when you open
unwilling eyes, you see the
day
is sunlit. You walk
down to the real shore.
Over the city,
a scum of brown. But it is
quiet
among the trees, grass
strewn with first-fallen
leaves,
a sheen of dew. The past
night
remains with you, but your
attention
is drawn away from it
to taste the autumn light,
falling
into your empty hands.
(de "Sands of the Well", New Directions Publishing, 1998.)
Versión en castellano de Sandra Toro.
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