“Soy un paisaje,” dijo él,
“un paisaje y un hombre caminando por ese paisaje.
Hay barrancos que asustan,
y planicies alegres a su modo
de ocre monotonía. Pero en especial
hay pozos, lugares
de terror súbito, de poco diámetro
y diabólica profundidad.”
“Ya sé,” dijo ella. “Cuando salgo
a caminar por mí, como si fuese
una tarde apacible, olvido
que tarde o temprano llegaré donde la juncia
y un grupo de flores blancas, ruda tal vez,
señalan el pantano, y yo sé
que hay ciénagas capaces de arrastrarme
y hundirme en su barro burbujeante.”
“Cuando era chico teníamos un perro” dijo él
“un perro viejo y amigable. Pero en la cabeza
tenía una cicatríz, y si se te ocurría
tocarla, te saltaba encima gruñendo
y te mordía. Mordió a un chico,
tuvieron que llevarlo al veterinario y sacrificarlo”
“Nadie sabe dónde está,” dijo ella,
y nadie la toca ni por casualidad.
Está en mi paisaje, y sólo yo, absorta
por el camino de mi vida, cruzando mis colinas,
durmiendo en el musgo verde de mis bosques,
yo misma la toco sin darme cuenta,
y me salto encima– ”
“–o retrocedo
justo a tiempo.”
........................ “Sí, eso se aprende.
No es de terror sino de dolor de lo que estamos hablando:
de esos lugares en nosotros que, como la cabeza de tu perro,
están lastimados para siempre, que el tiempo
nunca alivia, nunca.”
(De “Breathing the Water”.
New Directions Publishing Corporation, 1987)
No hay comentarios:
Publicar un comentario